lunes, 20 de agosto de 2012

Cartas en sepia II

No lo puedo evitar, sigo llorando todos los días. Escucho Just Breathe y la pena brota desde lo más profundo de mi estómago para largar en llanto.
Y te imagino a vos, en tu balcón, fumando un pucho mentolado, mirando la gente pasar, pensando en olvidarme, sacarme de tu mente. Quizás ruede por tu cara una lágrima, realmente no lo sé, no te puedo ver.
Me cuesta mucho imaginarte, creo que mi dolor es único e incomparable. Soy egoísta.
Hoy temprano salí a caminar, el viento me pegaba fuerte en la cara y te juro, tuve deseo de que me lleve lejos, que me robé el alma, que se la regale al sol, que la tire donde quiera.
Cada día que pasa mis esperanzas de volver a verte pierden fuerzas, siento que nada te va a traer de regreso, que mis deseos de escuchar tu voz nuevamente se van a quedar en mi pecho para siempre.
Hoy tengo miedo. Tengo miedo que olvides mi boca, mis manos en tu cuerpo, la forma perfecta en que tu figura encaja con la mía. Realmente lo temo.
Ojalá que tu nombre no olvide mi nombre y me llames a gritos. Y que no digas mi nombre, si no la esencia de lo que el representa, que veas en mi a la persona que te ama. Que me veas a mi. A la que realmente soy, a la que vos sabés que existe aunque hoy te cueste divisarlo.
Te dejo un beso en cada párpado, como se que te gusta. Me voy a tomar ese colectivo que me devuelve a la tierra que hoy, sin vos, no significa nada.


No hay comentarios: