viernes, 12 de octubre de 2012

Pobre mi chica sepia

Mi chica sepia se siente gris.
Siente que un lápiz de sombrear ha pintado su rostros y todas las extensiones de su delicado cuerpo.
Es difícil verla en sepia, porque todo es tan gris, ya ni negro.
Pruebo con acuarelas en las noches estrelladas y a veces llego a encontrar ese tono amarillento, casi antiguo, que me gusta.
Pobre mi chica sepia, se siente gris.
Busco, intento, borro, tiño, destiño su cuerpo gris, que ya no es blanco, que ya no es negro, que ya no es sepia.
Pobre mi chica sepia, se siente gris.
Sumerjo su rostro en el agua, intento borrar la tristeza de su rostro con besos enmarañados, susurros desentrañados, palabras incandescentes.
Pero pobre, mi chica sepia se siente gris.
Sacudo su alma, golpeo su desánimo, rompo sus noches vacías, castigo su negación, le transmito mensajes esperanzadores.
Pero mi chica sepia, se siente gris.

1 comentario:

Francisco Guillamet dijo...

Muy bueno, me gusta la metáfora gráfica y los colores. Cada emoción tiene su color. Saludos!