Hoy le pedí que elija dos cosas para emprender el viaje. Conociéndola presentí que era lo que iba a llevar. Tomó el libro de Galeano y el mate. Yo llevé gomitas de colores, que se que le gustan mucho, y un mp3 con temas de Charly, Fito y el Flaco. Solo eso íbamos a necesitar.
Cerramos los ojos, nos tomamos de las manos y comenzamos a trasladarnos.
La primer parada fue en su espalda. Las gomitas de colores desprendieron todo su sabor por los miles de lunares que adornan su columna vertebral. Cuan firme que se percibe toda su estructura. Da placer contemplarla en un día color sepia.
Apretó fuerte mi mano y comprendí que quería seguir el viaje. Decidió pasar ahora por mi espalda, completamente suya hace tiempo. No se por qué pero creo que ese era su lugar favorito después de mi boca. Puso un tema de Charly y saltó fuerte sobre mi octava vertebra y me dejó sin aire. Después de recuperarme y volver a respirar con normalidad, cerré sus ojos con mis manos y llegamos en instantes a su estómago. Era mi turno de divertirme. Tomé el libro de Galeano, y como si fuese posible que en su vientre se encuentre el fruto de nuestro amor, le conté despacito y en susurros una historia sobre el origen del sol. Pude sentir que pateaba. No fue uno más de mis delirios. Creo que ahí estaba nuestro amor a la novena potencia.
Nos miramos anonadadas, sonreímos, bailamos, fuimos libres y lloramos. Lloramos de felicidad, después de tantos meses de tristeza.
Luego de eso, me dijo quedate quieta y se posó sobre mi pecho. Mi corazón latía con más fuerza que nunca. Era totalmente cierta su analogía al compararlo con el de un elefante. Tan grande era su tamaño que no cabía en mi pecho. Así que viajamos directamente a mi ventrículo derecho.
A pesar de los golpes de los últimos meses se veía bastante bien. La sangre brotaba con fuerza y sabía a frutilla. Nos bañamos ahí, nadamos encantadas. La sangre tibia parecía abrazarnos.
Al salir de ahí, la miré a los ojos y tuve que decirle que el viaje terminaba. Me miró con tristeza, se prendió a mis párpados y besó mi boca. Sentí el vacío. Tomé la música, la guarde en mi alma y partí. Le dije adiós, hasta el próximo viaje, yo te espero en la estación donde esa vez por primera vez te vi.
2 comentarios:
Tu imaginación me programa en vivo, always.
muchas gracias, sr/sra anónim@... me alegro que así sea. Si vuelve por aquí ponga su nombre. Es lindo poder identificarlos :)
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