sábado, 17 de octubre de 2009

zapatos rojos


Allí estaba ella, en esa habitación de paredes húmedas y sabanas blancas, en esa cama de hospital, porque eso parecía realmente, acurrucada con sus rodillas casi en la boca, mirando por esa extraña ventana que de niña creía mágica y hoy la siente tan horrenda. Debajo de su cama sólo dos cosas había, un par de viejos zapatos rojos y el cuaderno de escritura. Creyéndose inspirada, tomo el lápiz que no podía estar más que en la mesita de luz y haciendo un esfuerzo sobrenatural estiro su delgado brazo pálido para recoger el cuaderno. Al releer unas páginas comprendió lo que sucedía, hoy ocurriría lo que hace meses estaba esperando. Ansiosa por lo que se venía tiró el pobre cuaderno ya deshojado por el paso de los años y se puso los únicos zapatos que la esperaban debajo de la cama.
Miró por la horrenda ventana y si, ¡ahí estaba!. Bajo las crujientes escaleras y corrió por el muelle dejando atrás uno de sus zapatos que en el apuro salió volando directo al oscuro mar. Ya no tenía ni un par de zapatos rojos.
A lo lejos un viejo barco carguero se vislumbraba. En solo dos minutos sus ojos se llenaron de lágrimas al ver descender de él lo que tanto había esperado estos meses.
El regresaba de ese terrible lugar y consigo traía en una hermosa caja de cartón un par de nuevos zapatos rojos para ella.

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