El tiempo alimenta el deseo, y mis manos antes temblorosas se mueren por tocarte. Noches soñaron este momento que hoy es un hecho. Recorren intrépidas tus piernas delicadas y se enamoran de la suavidad de tu piel morena. Se deslizan como por un subibaja de desenfreno hasta llegar acompañadas por mi boca al limbo del placer. Todo tu sabor a mujer se funde con mi boca y mi lengua baila un vals interminable que hace que tus gemidos sean la música perfecta para acompañar sus movimientos. Mi mano derecha le pide a la lengua bailar esta pieza y ella acepta, ya agotada. Se toma un respiro subiendo por tu estómago magistral para llegar a la cúspide del placer. Ahí, tus pechos deliciosos hacen que mi boca se vuelva insaciable y no quiera dejar de lamerlos de una forma tierna y brusca a la vez.
Mi cara, extasiada de placer se funde en tus ojos. Te miro, nos miramos. Te vuelvo a desear. Retomo el baile. Te amo. Nos amamos. La música vuelve a sonar.
A la generadora de la música.
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