domingo, 24 de noviembre de 2013

Todo se transforma

Así como la jaula se hizo pájaro, como dijo Alejandra, el amor se convierte en odio.
Duele la idea de pensar tu rostro, la palidez de tu rostro, la palidez de tu alma.
Egoísmo define tu nombre y tu esencia de mujer salvaje.
Rompe las cadenas de la opresión mujer de senos opacos.
Lleva en tu boca la salvia amarga de lo que fuimos.
Olvida la tierra prometida de mis caderas que ya no te pertenecen y lleva todo eso que dejaste.
Completa tu ausencia de mi con palabras bonitas y juegos de niños en  árboles de copa ladeada.
Permite que te odie, que no te desee el mal pero tampoco el bien. Permite que no te desee nada.
La muerte se apodera de lo que fuimos, ella cava su propia tumba y se entierra hasta la coronilla.


viernes, 18 de octubre de 2013

Cartas en sepia IV

Y acá estoy, escribiendo otra vez en sepia, que es el color en el que mejor te recuerdo.
No pensé que volvería a escribir estas cartas, pero pasa.
Estaba pensando en Fito, en "el amor después del amor", pensando qué era para mi el amor después del amor. ¿Cómo se sigue después de eso?
Me encantaría tener una respuesta, pero solo encuentro llanto, angustia, hasta desesperación. Quizás esa sea la respuesta en este momento. Quizás mañana la respuesta sea tiempo. Tiempo para superar el dolor, para volver a empezar desde cero, sintiéndote un hermoso recuerdo.
Nunca asimilé la magnitud del daño que te generé. Nunca ni siquiera me percaté de eso.
Y si, aunque no lo quieras, me siento culpable. Culpable de haber seguido lastimándote por mucho tiempo.
La culpa me invade el alma, y me siento nada. La nada misma.
Sólo tengo un deseo, y es recuperarme y que te recuperes. No se la manera, no se nada.
Es difícil decir adiós para siempre, pero más difícil es vivir esperando.
Y así, en secreto, sin que te enteres voy a estar susurrándote cosas lindas al oído, para que mañana, cuando des vuelta la página, recuerdes de una manera más feliz todo lo que ha sucedido.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Instrospección

Estoy retomando la visión introspectiva y lo primero que veo es que me tengo muy abandonada. Hace de febrero que no escribo nada que sea digno de publicar. Quizás esto sea así porque creí que estaba feliz. Me di cuenta que la felicidad anula mi capacidad para escribir. Y si hoy estoy escribiendo, aunque no sea en prosa, quiere decir que estoy triste. Así que compañero que visitabas este blog de vez en cuando tengo la grata noticia, o triste noticia, de contarte que voy a estar escribiendo seguido

sábado, 23 de febrero de 2013

Hablemos del silencio




El silencio, quien hace tiempo era mi fiel amigo, se fue llenando de ruido. Se llenó de ella, de amistades, de llantos, de risas.
El silencio de mis noches en vela, se fue agotando.
Sabía que volvería, no cuándo, pero lo sabía. Y llegó.
Fue aterrador volver a sentirlo. Y aunque suene raro, a oírlo.
Se presentó así, de la nada, una tarde. Fue la tarde en que volví a sentirme sola.
Sola, en la soledad del silencio.
Y mi amigo, depredador de mis peores sentimientos, nuevamente se convirtió en sonido. Mis pensamientos se hicieron eco en la soledad de mi casa. Pude sentir todos aquellos ruidos que había olvidado.
El tic tac del reloj comenzó a atormentarme otra vez. Estaba sola. Sola otra vez.
Mi respiración se agitaba y pude sentir el maullido del gatito que siento en la garganta cuando se me cierra el pecho. Me estaba volviendo loca. Loca otra vez.
Mi corazón comenzó a latir al mismo ritmo que el puto tic tac de mi reloj de pared. Ahora recuerdo porqué lo odiaba.
Me estoy odiando. Me fusiono al silencio, mi boca se borra. Enmudezco.
Soy silencio, como otras veces fui calle. Soy los ruidos de mi propio silencio.