Camino al lugar pactado, a la hora pactada, ese día nublado donde el olor a cemento mojado por la lluvia temprana marca una leve sonrisa en mi rostro.
La primer cuadra ensayo un discurso lleno de formalidades que jamás serán dichas.
En la segunda canto ese tema que me recuerda a vos despacito para que nadie se de cuenta. No se porque lo hago si miles de veces voy bailando con un paso muy mio que marca siempre a cuatro cuartos.
Y hoy tampoco lo puedo evitar y cada cuatro pasos un verso, y cada verso me acerca a vos.
A la tercera me doy cuenta que perdí el rumbo y las calles se hacen largas y estrechas.
El camino zigzagueante y pedregoso se llena de montañas y subes y bajas interminables.
Ya no estoy en mi querida Rosario, ya no estoy.
Se acerca el momento de que te encuentre pero estoy muy perdida, y mis manos se llenan de peso. Cargo miles de cosas, un millón precisamente. Un millón de dudas, angustias, momentos duros y también de alegrías que van agotando mis energías.
¿Para dónde camino?, ¿Dónde queda el lugar?, ¿Dónde están las indicaciones?¿DÓNDE?
Igualmente camino, sigo mi instinto como un animal y busco tu perfume como si estuviera rastreando a mi presa.
Se agotan las energías, comienzo a ver como todo a mi alrededor se apaga y CAIGO.
No se cuanto tiempo fue, no se cuantos días exactamente, pero fue ella, simplemente ella, tan débil que la sentí tantas veces, quien me encontró casi moribunda en aquel lugar extraño.
Fue su fuerza o el deseo inmortalizado de mi alma quien la trajo hasta mi.
Quizás ella es mi refugio, o quizás yo sea su guia...