Ahí, en un bar con mesitas de madera viejas, por primera vez leí lo que decían tus ojos.
Y aunque tus manos nerviosas deshojen el paquete de azúcar, se que solamente querés abrazarme.
¡Cuan idiota fui!¡Cuánto! Era tan simple mirarte.
Y cuando me decidí a hacerlo vi la transparencia en tus ojos, y ya no necesité escucharte. Tus palabras corrían por ellos, escritas en tinta china color celeste intenso. Y mi boca, desplegando miles de palabras confusas, solamente quería besarte.
Al salir, las calles llenas de gente, se hicieron insignificantes. Aunque te parezca imposible, hubiese caminado toda la noche, porque sabía que de ahora en más siempre estarías a mi lado...
Para Geo, la persona que me devolvió la alegría.
Y aunque tus manos nerviosas deshojen el paquete de azúcar, se que solamente querés abrazarme.
¡Cuan idiota fui!¡Cuánto! Era tan simple mirarte.
Y cuando me decidí a hacerlo vi la transparencia en tus ojos, y ya no necesité escucharte. Tus palabras corrían por ellos, escritas en tinta china color celeste intenso. Y mi boca, desplegando miles de palabras confusas, solamente quería besarte.
Al salir, las calles llenas de gente, se hicieron insignificantes. Aunque te parezca imposible, hubiese caminado toda la noche, porque sabía que de ahora en más siempre estarías a mi lado...
Para Geo, la persona que me devolvió la alegría.